En esta época de cuarentena que nos ha tocado vivir, una de las medidas más radicales que ha tenido que tomar el gobierno central ha sido la paralización de las empresas de producción no esencial. Solo permanecerán en sus puestos las fábricas alimenticias, el sector primario y las textiles que fabriquen material para los profesionales de la salud. Nosotros, en el ámbito de la comunicación, tenemos la suerte de poder trabajar desde casa. Pero es interesante reflexionar sobre lo valiosos que somos en una situación como esta. Tenemos el poder y las responsabilidad de transmitir mensajes que contribuyan a enfrentarse a la mayor crisis sanitaria de los últimos años. El tamaño de nuestras ideas no debería ser un freno. No importa si hacemos memes para entretener al prójimo o brillantes formatos para transmitir las medidas sanitarias. Cualquier tipo de ayuda comunicativa es de vital importancia en tiempos de crisis. Para creer en el poder comunicativo, solo tenemos que mirar al pasado.
Antes de la II GM, Gran Bretaña importaba el 70% de los alimentos desde sus colonias. Al comenzar la guerra, la costa noroeste de europa estaba en poder de los nazis. En esta situación, no os sorprenderá que los generales alemanes intentaran cortar las rutas de abastecimiento, forzando así la rendición de los ingleses por inanición.
Una primera línea de actuación contra el ataque teutón fue la campaña Dig for victory (Cavar por la victoria). Así pues, los jardines, los parques públicos y los solares vacíos se convirtieron en huertas. El césped pasó a ser patatas y las flores se convirtieron en diversos cultivos alimenticios.
Desde el dpt. de agricultura del gobierno instaron a las amas de casa a cultivar hortalizas y difundir recetas que las incluyesen para aprovechar toda la comida. Llegaron a crear carteles como ¡Your victory garden counts more than ever! (¡Tu jardín de la victoria cuesta más que nunca!) o incluso llegaron a crear personajes animados con forma de los principales excesivos: Dr. Carrot y Potatoe pete.
Gráfica de la campaña Victory garden.
Una vez parcheada la herida de la hambruna, los ingleses tenían que parar a la Luftwaffe. Para ello, curiosamente también ayudaron las zanahorias. Alemania había conquistado gran parte de Europa gracias a su superioridad aérea. Las fuerzas francesas e inglesas habían sido derrotadas en el continente y los supervivientes fueron evacuados de las playas de Dunquerque. En ese momento, el 18 de junio de 1940, un tal Winston Churchill emitió un discurso que pasó a los anales de la historia por la siguiente frase: “la guerra de Fracia ha terminado. Así que la guerra de Inglaterra ha de estar a punto de comenzar”.
Las flotas aéreas de Hitler sumaban más de 3.600 aviones frente a los menos de 900 británicos. Pero los ingleses disponían de una ventaja táctica: la invención del radar. Esta ventaja se hacía más latente durante la noche. Londres enviaba los efectivos disponibles para interceptar a los bombarderos alemanes en el lugar y momento precisos. Siempre parecían estar esperándoles.
El problema de una ventaja tecnológica es que cuando el enemigo la descubre deja de ser una ventaja. Por ello, desde el servicio de inteligencia inglés se promovió una campaña publicitaria que justificara sus éxitos en los cielos a través de la formidable visión nocturna de sus pilotos gracias a la extendida ingesta de zanahorias. La propia población inglesa creyó en la historia y seguramente por eso existe la creencia generalizada de que las zanahorias mejoran la vista. Nada más lejos de la realidad.
Gráfica de la campaña Eat carrots.
La resistencia inglesa dio tiempo a que EE. UU. entrase en la guerra y el conflicto diese el vuelco que todos conocemos.
Con este pequeño artículo solo quiero inspirar el potencial comunicativo que tenemos todos los que amamos esta profesión. Convencernos a nosotros mismos de que somos un sector esencial para la sociedad.Yo estudio publicidad porque veo la oportunidad de cambiar las cosas. Confiad en la comunicación porque si puede ganar una guerra, puede cambiarlo todo.
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